San Juan Apocaleta



Difundid Señor, benignamente vuestra luz sobre toda la Iglesia, para que, adoctrinada por vuestro Santo Apóstol y evangelista San Juan, podamos alcanzar los bienes Eternos, te lo pedimos por el Mismo. JesuCristo Nuestro Señor, Tu Hijo, que contigo Vive y Reina en unidad del Espíritu Santo, Siendo DIOS por los Siglos de los siglos.












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"Sancte Pio Decime" Gloriose Patrone, ora pro nobis.





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domingo, 25 de febrero de 2018

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Nos acercamos cada vez más a la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, y después a su resurrección, por lo cual la Iglesia quiere que nos preparemos santamente a través de toda la Cuaresma para que así mismo podamos festejar su gloriosa resurrección.

En el Evangelio de hoy se nos relata la transfiguración de nuestro Señor ante los tres apóstoles preferidos. Habiéndoles anunciado ya su Pasión, no quería dejarlos apesadumbrados; decide entonces de algún modo mostrarles, no a todos sino a los más cercanos, a los preferidos, su gloria; para que en el momento de los hechos tuviesen un apoyo y no sucumbiesen por el pesar, por el dolor, y que a la vez pudieran sostener a los demás apóstoles y discípulos. Podemos preguntarnos ¿por qué elige a Pedro, a Santiago y a Juan? A San Pedro lo elige porque era el discípulo que más amaba a nuestro Señor, por eso también fue elegido como la piedra, el fundamento de la Iglesia, como Sumo Pontífice. A Santiago lo eligió por su valor, por eso nuestro Señor dijo de él que era hijo del trueno. Y a San Juan porque era el discípulo virgen al que nuestro Señor por eso mismo más amaba, por su pureza, por su inocencia.

De todos modos lo importante es ver cómo se transfigura nuestro Señor. ¿En qué consiste esa transfiguración? Simplemente en dejar relucir su divinidad relumbrante con todo el poder en su cuerpo, tal como debió ser desde el primer instante de su Encarnación, un cuerpo glorioso, resplandeciente, luminoso; pero que nuestro Señor justamente, por querer sufrir y morir en la Cruz, reprimió la resplandecencia de su divinidad en la naturaleza humana, en su cuerpo, para hacerlo pasible, susceptible de sufrimiento, de sacrificio y de muerte. De lo contrario, no hubiera habido pasión, ni Cruz, no hubiera habido muerte. Justamente en eso consiste su anonadamiento, en que  se hizo nada.

No es como mal interpretan la mayoría de teólogos y exégetas, para quienes el hecho de la Encarnación era rebajarse; eso es un error. La Encarnación no es un minimizarse, sino una expansión del poder omnipotente de la divinidad, capaz de asumir la naturaleza humana. No consiste el mermarse en asumir la naturaleza humana, eso demuestra precisamente el poder de Dios. Por eso digo que teológica y exegéticamente es una equivocación, aunque no hayan caído en cuenta; de allí también los protestantes hacen su herética teología.

Nuestro Señor no se niega haciéndose hombre, no hay una dialéctica del ser y del no ser y la síntesis, esa es la famosa y revolucionaria retórica hegeliana que crea la contraposición para llegar al ser. Así no actúa Dios sino muy al contrario: la divinidad en todo su poder omnipotente tiene esa capacidad de asumir una naturaleza y sustentarla con su ser divino; y más aún, eso lo podía haber hecho cualquier persona de la Santísima Trinidad, pero la Divina Sabiduría estimó que fuese el Hijo quien se Encarnara y no las otras dos personas que son el Padre y el Espíritu Santo, que aunque pudieron muy bien encarnarse no lo hicieron por cierta conveniencia. (Tema que da lugar a otra larga explicación y que en este momento desviaría la atención).

Pues bien, nuestro Señor para poder remediar como criatura humano, tenía que tomar una naturaleza que no gozara e irradiara en el cuerpo esa divinidad y lo hiciera glorioso y por eso se anonadó, para poder morir y sufrir por nosotros y que se operara la obra de la redención y de la salvación de las almas derramando Él su sangre. Él siendo verdadero Dios también era verdadero hombre y como hombre quería tributar a Dios Padre y a la Santísima Trinidad lo máximo que se le puede como criatura tributar a Dios: el sacrificio de sí mismo. Por eso el sacrificio de nuestro Señor es en primer lugar ofrecido al Padre y a la Santísima Trinidad; ese es el obsequio que hace el alma de nuestro Señor como hombre al Dios Padre.

Es un misterio y como tal es difícil de explicar; pero si alguna aclaración cabe es ésta; aunque no agota el tema, nos ayuda a comprender el significado del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo. Y así Él les manifiesta a estos tres discípulos preferidos esa gloria que su humanidad, que su cuerpo debía tener desde el primer instante de su Encarnación y que tendría después de la resurrección.

Esa glorificación de los cuerpos también es la que Dios de algún modo nos participará y promete para aquellos que resuciten en su gracia, para que resucitemos a semejanza, no igual, pero sí a similitud del cuerpo glorificado de nuestro Señor en cuerpos celestes, mientras que los condenados resucitarán en cuerpo de miseria, no de bienaventuranza y por eso sufrirán eternamente las penas del infierno.  


El infierno, heréticamente, ha sido negado por Juan Pablo II. Es lamentable que un Papa de la Iglesia católica lo niegue; es uno más de sus graves hechos. Es doloroso meter el dedo en la llaga, en la herida, pero es necesario con tal de estar despiertos y vigilantes ya que se duerme en la calma y la anemia espiritual. Si se tuviese un poco más de fe el grito llegaría al cielo. Digo nuevamente: es una desgracia de la hora presente que no haya obispos a la altura, que como una voz que clama en el desierto afirmen los dogmas de fe que hoy se niegan; eso es lamentable, pero cierto,  aun en los obispos de la Tradición falta garra, empuje.

Hay que rezar para que los haya así, por lo menos uno que con mitra y báculo en mano afirme ante Dios y la opinión pública las cosas como son; porque es una vergüenza que se conculque públicamente la doctrina católica y no haya un doctor en la fe que lo señale, pues toca a los obispos esta responsabilidad, este deber, del cual adolecen, y falta también un castigo para nosotros, por nuestra parsimonia, despreocupación, flojedad. No estamos viviendo a la altura de los acontecimientos; queremos ser católicos pero alcanzamos apenas la apariencia, el nombre, y eso Dios no lo quiere. Dios quiere católicos en sentido pleno porque a los mediocres los desecha, y esos forman multitud; quiere, aunque sea un pequeño rebaño, que sea fiel. Dios no quiere uno adormilado; quiere pocos, pero buenos.

Es suficiente lo que ha pasado para seguir profesando un catolicismo mediocre; dejemos de ser católicos tradicionalistas comodones, porque esta vida es una lucha, un combate entre Dios y Satanás en la cual no hay democracia que valga, no hay descanso; es una lucha titánica hasta la muerte porque es una lucha espiritual.

Que no nos dejemos arrollar por el mundo que corrompe a cada instante; ya no pongamos una vela a Dios y otra al diablo; seamos consecuentes. Por eso quizás los obispos, aunque se mantengan en la verdad, no dan la talla que exige esta batalla; les falta el vigor, la fuerza y toda la doctrina y el peso de la verdad que sostenga al pequeño rebaño disperso por el mundo. Esa es la verdadera Iglesia católica, el pequeño grupo, el pusillus grex disperso por el mundo del que habla San Lucas, porque la Iglesia oficial ha caído en la apostasía, y se reviste de catolicidad, pero es sólo apariencia, es un disfraz.

Tan graves son los sucesos que el único obispo que se mantuvo firme y al pie, al lado de monseñor Lefebvre, fue monseñor Antonio de Castro Mayer, pero ahora seducidos por la Roma modernista sus discípulos han claudicado, aunque ellos así no lo reconozcan. Cuando se hacen pactos con el enemigo se transige, y si el enemigo en última instancia es Satanás, qué pacto puede haber. La fe no es cuestión de alianzas, concordatos, ni diálogos; es asunto de adhesión, aceptación o rechazo; no hay más, no hay término medio, “Conmigo o contra mí”, dijo nuestro Señor y “El que no está conmigo está contra mí”. No hay más, blanco o negro, sí o no y lo demás son superficialidades y engaños, sutilezas del demonio para enredarnos en el error, cuando está en juego la fe.

Pidamos a nuestra Señora, la Santísima Virgen María, evocar esa gloria de la transfiguración de nuestro Señor en la hora presente de crisis para no sucumbir ante el dolor y el peso de la pasión de la Iglesia. Para seguir creyendo en la Iglesia a pesar de los curas y del Papa, por aquello de que, “No todo el que dice ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos” y no todo el que diga “soy Papa, soy Papa” lo es. La Iglesia ha padecido a más de cuarenta antipapas y para los últimos tiempos está profetizado que habrá algún otro. No está entonces por demás tenerlo presente.

¿Quién es el falso profeta del Apocalipsis con dos cuernos que semejan al cordero pero cuya boca habla como el dragón y que está al servicio de la bestia del mar? Los dos cuernos son la mitra y, si es parecido al cordero, quién más que un obispo; y si de obispos se trata, bien podría ser el obispo de Roma, el Papa. Satanás no es tonto, no va a buscar a cualquier obispo, apunta a la cabeza. El antiguo exorcismo de León XIII, que hoy se suprimió, dice que la Santa Sede será asediada porque el demonio querrá instalar allí su trono. Luego, no es para extrañarse o escandalizarse al oír hablar de la posibilidad de un antipapa porque es doctrina e historia de la Iglesia; que no haya sacerdotes que lo digan por ignorancia, miedo o cualquier otro motivo es otro asunto; no es correcto desinformar a los fieles, hay que tenerlos muy bien advertidos, porque nuestra fe en la Iglesia es una fe de luz, de sabiduría, no es ni de tontería, ni de estupidez, ni de oscurantismo y la luz de la verdad todo lo ilumina aunque no todo lo entendamos.

Pidamos a nuestra Señora esa luz de la fe para permanecer íntegros y puros en ese dogma virginal y así poder salvarnos. +

P. BASILIO MERAMO
   24 de Febrero de 2002


domingo, 18 de febrero de 2018

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Con este primer domingo de Cuaresma comienza solemnemente el tiempo de sacrificio, de oración, de penitencia y de ayuno para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua de resurrección de nuestro Señor; por eso la Iglesia lo ha solemnizad, porque es especialmente sagrado. Por eso el demonio renueva sus ataques para que la gente y los fieles se disuadan de los ejercicios de oración, de ayuno, de penitencia y de sacrificios, pero los católicos estamos obligados a hacerlos para que nos asimilemos a los sufrimientos de nuestro Señor y para que la Cuaresma no se convierta, como en muchas partes, en un carnaval, en una parranda como si fuésemos animales que sin uso de razón vivimos según la carne y lo que la halaga. Maldita sea si esa es nuestra opinión de ser católicos porque otra muy distinta es la de la Iglesia.

La Iglesia misma en este día expone ante nosotros la tentación de nuestro Señor en el desierto, es decir, en la soledad, en una montaña no lejos de Jericó; no nos imaginemos un yermo como el Sahara sino una montaña solitaria; lo digo porque cuando conocí ese lugar me extrañó mucho, pero efectivamente sí es un desierto en la montaña, en la soledad y eso es lo que significa en definitiva, sobre todo espiritualmente; ese alejamiento que buscó nuestro Señor antes de comenzar su vida pública, preparándose con ese gran ayuno de cuarenta días y de cuarenta noches, no era ningún misterio, porque antaño ya lo habían hecho Moisés, San Elías y muchos otros.

Hoy que se ha perdido esa sabiduría sacerdotal y pareciera imposible, haciéndole decir tonterías a grandes exegetas como Salmerón o Ricciotti, quien desgraciadamente se apoyó en San Ambrosio. Sin embargo, de allí, de esos cuarenta días Mahoma sacó el Ramadán, atenuándolo, pero es muy probable que él haya hecho ese ayuno, porque naturalmente es posible, sin que se necesite un milagro.

Dice el padre Castellani, que es sin duda uno de los más grandes exegetas del siglo XX, aunque desconocido por la gran mayoría y despreciado por sus mismos compañeros y sacerdotes; pero ha sido una luz de exegesis sobre la cual debiéramos apoyarnos, sobre todo hoy. Al hablar de eso, menciona que si era una cuestión puramente divina él sería Dios porque ya lo había hecho, lo que dejaba en ridículo a otros exegetas por la ignorancia que a veces pulula y campea aun entre aquellos de mayor sabiduría y prestigio teológico en la Iglesia; porque la ignorancia desgraciadamente no respeta a nadie y por eso debemos cuidarnos de ella porque es atrevida y, entonces, nos hace decir estupideces.

También dice el padre Castellani, para explicar esta triple tentación de nuestro Señor, que no solamente el demonio quería hacerlo caer y pecar, sino que principalmente quería sacarse la gran duda que tenía de saber si era o no el Mesías, el Cristo, el Ungido de Dios, porque eso significa Cristo. El demonio, como vemos en el evangelio de hoy, conocía las Escrituras al dedillo, como lo hacen los protestantes, pero sin fe y por eso no creía; tenía esa gran duda, aunque ya lo había visto, no solamente en el desierto sino cuando fue la hora del bautismo en el Jordán por San Juan Bautista, cuando el Padre Eterno dice que Jesús es el Hijo amado en el cual ha puesto todas sus complacencias. El mismo San Juan Bautista había dicho “yo no soy digno de atar la correa de su sandalia”, y lo había señalado como al Cordero de Dios, al Agnus Dei.

Satanás sabía todo esto, por ello podemos preguntarnos por qué no creía, si nosotros con lo mismo o menos lo sabemos. La diferencia abismal es que el demonio no puede creer, no puede tener fe, está condenado. Y es más, los ángeles o creían, en un solo acto libre de amor a Dios, o se pervertían; esa fue su gran tragedia, sin que haya para ellos la posibilidad de la redención por la misma excelencia de su naturaleza angélica y espiritual que ve todo el bien y todo el mal de un solo golpe, y no como nosotros, de a poquito. Por eso Dios nos permite que podamos echarnos atrás y arrepentirnos viendo el mal y reconociéndolo aun después de haber pecado libremente.

Como hace ver el padre Castellani, Satanás tentó a nuestro Señor, no de sensualidad como dice la gran mayoría de los exegetas modernos, eso sería un desatino, inducir a un gran hombre religioso del desierto sensiblemente, sino que había que hacerlo espiritualmente con la soberbia, con el orgullo que es mucho peor que lo sensible, que lo sensual, que la concupiscencia de la carne; lo provocó con el orgullo, con la soberbia que no se ve, que no se manifiesta, que no se palpa pero que es peor; así, entonces, a través de esa triple tentación, de ese triple ataque quiere ver si en definitiva era el Mesías, el Enviado, el Ungido de Dios y por eso lo tienta con el pan, después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, en el momento neurálgico y más crítico en que debía romper el ayuno se lo ofrece. Le dice que convierta las piedras en pan y nuestro Señor le responde magistralmente: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios”.

El verdadero alimento es la palabra de Dios. Derrotado entonces en este intento Satanás, como dueño y amo del mundo o del universo, o por lo menos de esta tierra, atrevidamente, lo transporta de esa montaña cerca de Jericó a Jerusalén, a una distancia que puede ser de veinte o treinta kilómetros; lo lleva y lo pone encima del pináculo del templo y le dice que se tire porque escrito está que “los ángeles no dejarán que tropiece tu pie”, sino que ellos Le recogerían antes de que se hiciera daño al llegar abajo.

Pero nuestro Señor, ni lento ni perezoso, le responde y le replica: “También escrito está, no tentarás a Dios”; porque pedir milagros imprudentemente, indiscretamente, precipitadamente, es tentar a Dios. Cuántos no lo hacen, diciendo: “¿Por qué Dios no hace que me gane la lotería si estoy en la miseria”, “por qué Dios no cura a mi hijo que tiene cáncer o a mi madre o a mi padre”, o lo que sea. Y porque no les hace ese favor se ponen en contra de Dios y de la Iglesia por orgullo, cuando la enfermedad, la calamidad debiera acercarnos a Dios suplicantes y si Él quiere y nos conviene para la salvación de nuestra alma, entonces que se produzca la sanación si fuere el caso. Pero, ¿qué haría yo con ganarme la lotería?, ¿para malgastarla en un casino; para prostituirme en prostíbulos, para holgazanear en el mundo, para hacer maldad creyéndome todopoderoso, o abusar de la salud? Dios no obra muchos milagros que podría hacer porque sencillamente no nos convendría o a nosotros o a esa persona a la que queremos que se le haga.

No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios”, “no tentarás a tu Dios” le responde nuestro Señor. Queda Satanás por segunda vez destrozado, derrotado. Pero el muy pérfido vuelve insidiosamente, no se da por derrotado, sino como una mujer; por eso dicen los Santos Padres que es peor la mala mujer que el mal hombre.

Vuelve Satanás una tercera vez para quitarse la duda y si no para hacerse adorar; lo toma y lo lleva a un monte muy alto y le muestra todas las riquezas, pompas, glorias y poderes de este mundo y le dice que todo eso se lo daría si él le adorase. ¡Qué atrevido, qué sinvergüenza! Y eso que era una de las criaturas más excelsas, más inteligentes, quizás como dicen algunos Santos que era el ángel de luz por encima de todos y por eso su nombre Luzbel, luz bella, y quien sin embargo claudicó por la soberbia.

Podemos preguntarnos cómo tenía tanto poder al ofrecerle esas riquezas, cómo fue que nuestro Señor no lo desmintió ni le dijo ¡mentiroso, eso no es tuyo sino que es de Dios!, sin necesidad de haberle dicho que era suyo, porque en cierta forma, como dicen los Padres de la Iglesia, el mundo, el universo, o por lo menos esta tierra, este planeta, este sistema solar, o esta galaxia pertenece de algún modo a Satanás que fue predestinado para que fuera él quien gobernara esta maquinaria terrenal y por eso es el príncipe de este mundo, por eso tiene poder material físico, ese espíritu sobre las cosas, sobre la naturaleza. Por eso se dan las infestaciones, las posesiones demoniacas, diabólicas y de ahí también entonces la necesidad de los exorcismos y las bendiciones.

Finalmente, nuestro Señor le responde: “¡Vade retro, Satana!”, ¡retírate!, ¡hacia atrás, Satanás!, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a Él servirás.” Nuestro Señor tampoco le responde ni le dice: “Yo soy ese Dios”, sino que le contesta con esta otra parte de la Escritura que afirma que solamente a Dios se le debe adoración.

Vemos que en esta triple tentación, la primera, que nos queda a nosotros, a la Iglesia, a la parte humana de la Iglesia, a los hombres, procurarse bienes materiales a través de la religión. Primera tentación en la que vemos ya ha caído la jerarquía actual, preocupada por los bienes terrenales, por el pan, creando la dialéctica, interpretando el Evangelio en esta forma; de allí la teología de la liberación y todos los comunistas que han salido del seno de la Iglesia, los curas, los jesuitas y digo los estos, no porque los dominicos o los franciscanos no lo sean, sino porque ellos, siendo más poderosos, fueron pregoneros de la revolución en América como en Chile, Colombia, Guatemala donde usan la religión para procurar bienes materiales.

Segunda tentación: procurarse el prestigio y el poder, el imperio, el mando a través de la religión; y ¿no vemos eso hoy? Los obispos pavoneándose como grandes sabios cuando viven en el error; los sacerdotes, las monjas, todo consecuencias del Concilio Vaticano II, cambiando la faz de la Iglesia aprovechándose de la religión; la misma jerarquía, en países laicos y masones como Francia, como ver al cardenal Lustiger amigo de ese gobierno masón ha impedido que todos los bienes que los fieles han donado a su muerte para la Fraternidad de San Pío X pudiese recibirlos. Son hechos.
Y así, cuántos otros usando el poder, el prestigio, la fama en provecho propio, se procuran poder a través de la religión. Por ello mucha gente se aleja de la Iglesia escandalizada y muchos se vuelven protestantes, ateos, o comunistas.

Y, ¿no es en el mismo orden en que utilizan el poder desde el Vaticano para destruir a un obispo fiel como monseñor Lefevbre y para someterlo bajo una falsa obediencia a que sea como ellos? Porque hasta eso le propusieron: comprarle un palacete para que viviera como un cardenal, o mejor quizás, y se quedase tranquilo viviendo de vacaciones; eso le pidieron cuando era Superior de los padres del Espíritu Santo para que no predicara la verdad. ¿Eso no es acaso utilizar el poder en contra de la religión y de la verdad? ¿No es en gran parte lo que San Pablo en la epístola de hoy ha dicho, “consideraos como últimos, como si nada tuviésemos, como castigados cuando todo lo tenemos”?, cuando estamos en la verdad; eso nos pasa a los fieles que continuamos firmes en la Tradición. Y no se olviden: cuando se sientan tentados, lean la epístola de hoy para que se vean en cierta forma reflejados en esta gran persecución de Satanás, que en definitiva ha entrado en la Iglesia, como lo dijo Pablo VI, y hoy estamos viendo los frutos.

Tercera tentación. En las anteriores ya ha caído la gran parte de la jerarquía oficial porque nadie se atreve a decir y a predicar lo contrario; la tercera tentación diabólica, perversa, de adorar a Satanás, ¿lo logrará? He ahí el gran misterio de iniquidad. He ahí la abominación de la desolación en el lugar santo, ¿logrará hacer que la Iglesia en su contexto humano adore a Satanás? Tal vez esté por producirse, por verificarse. Y no me hago el profeta, sino que sencillamente sigo la exegesis de la Iglesia, lo que nuestro Señor dice en los evangelios: “Cuando vuelva, ¿encontraré fe...?”.
¿Qué hará el anticristo que se sentará en Roma?, porque así lo dice nuestra Señora en La Salette: “Roma perderá la fe y será la sede del anticristo”. ¿Para qué? Para hacer adorar en definitiva a Satanás, y por eso la gran apostasía, la gran tribulación de los últimos tiempos en los cuales vivimos y en los que, lejos de aterrarnos, con fe y esperanza debemos enfrentar. Hay que enfocar esa realidad que nos está tocando vivir y no pasárnoslas viendo televisión y leyendo revistas que por muy buenas y muy verdaderas no dejan de ser estupideces en comparación con todo lo que está involucrando a la Iglesia a punto de caer, en su parte humana, en esa terrible y demoniaca tercera tentación.

Que no nos demos cuenta es el colmo, porque no hay quien lo predique, quien lo diga, quien lo clame. ¿Por qué? Por cobardía, ignorancia, estupidez humana, o lo que fuera. Por eso el padre Castellani ha sido uno de los grandes exegetas del siglo XX, porque lo avizoró, lo dijo y lo anunció y por ello fue desterrado de la Compañía de Jesús cuando era el teólogo, el doctor sacro bulado por Pío XII.

Para que nos hagamos una idea, eso le permitía predicar y escribir sin el nihil obstat, como doctor sacro de la Iglesia universal. Y, ¿cómo murió? Recluido en un apartamento de dos habitaciones llenas de libros, pero aislado, difamado; se le había prohibido decir la Misa durante muchos años, casi lo vuelven loco en Manresa. Así trataron a este doctor por señalar con el dedo lo que ahora les estoy diciendo y por eso, mis estimados hermanos, esta triple tentación debemos meditarla hoy más que nunca, y tener cuidado porque Satanás no llegará a hacerse adorar de golpe, necesitará primero quitar la esencia a la religión católica. Por eso vaciará el culto de la Santa Misa, de los sacramentos, de la doctrina, de las verdades católicas, de los dogmas. Lo que se viene haciendo desde el Concilio Vaticano II, con toda la innovación revolucionaria de la liturgia y de la teología.
Satanás necesita un culto falso, vaciado de su contenido para lograr que le adoren, que la Iglesia en su contexto humano caiga en la tercera tentación y le alabe.

Pidamos a nuestra Señora que nos ayude a meditar y tener presente todo esto para que permaneciendo siempre fieles adoremos a nuestro Señor Jesucristo y no a otro. +

PADRE BASILIO MERAMO
9 de marzo de 2003

miércoles, 14 de febrero de 2018

Miércoles de Ceniza, MEMENTO HOMO


Extracto del Sermón del R.Padre Méramo del Domingo de Quincuagésima en febrero de 2001.

...Con los domingos de Septuagésima, Sexagésima y Quincuagésima, la Iglesia nos prepara para la Cuaresma que comienza con el Miércoles de Ceniza y que nos conduce, nos lleva al misterio de los misterios, la Pascua de Resurrección. Y para prepararnos bien a la Resurrección, a ese misterio fundamental de nuestra fe, la Iglesia nos invita a la oración, al sacrificio y a que vivamos también la Pasión de nuestro Señor y su crucifixión antes de resucitar. Este es el significado y simbolismo de la Cuaresma que con el preludio de estos tres domingos nos vayamos adentrando en ese espíritu de sacrificio de la Pasión de nuestro Señor que debemos tener presente a todo lo largo de nuestra vida.
La religión católica es inconcebible sin sacrificio, sin la Pasión de nuestro Señor. Lamentablemente el mundo pagano festeja para estas fechas todo lo opuesto, el carnaval, que es un festival pagano de la carne, es una fiesta antiquísima que ha sido imposible erradicar, ni siquiera con todos los siglos de cristianismo, por lo que en muchos lugares se hace durante estos días reparación ante el Santísimo, por los desmanes que se cometen en estos días cuando debiera ser lo opuesto, una preparación para la Cuaresma. Eso nos demuestra cuán opuesto es el espíritu católico al espíritu del mundo, son antagónicos y esos dos espíritus están en nosotros, el espíritu del mundo y de la carne simbolizados por el viejo hombre, y el espíritu católico simbolizado por el nuevo hombre.
Ese es el combate permanente que sostendremos durante toda nuestra vida, de ahí que debamos estar alertas para que no venza en nosotros el espíritu de la carne, el espíritu del viejo hombre. Ese es el ejemplo que nos han dado los Santos, la lucha y la victoria sobre la carne, y ese es el espíritu que se intensifica en la Cuaresma. No es que la religión pida que seamos masoquistas; simplemente la religión católica es una religión con espíritu de sacrificio, el sacrificio de nuestro Señor, su inmolación al Padre Eterno por nuestros pecados, la víctima inocente. Ese es el significado del sufrimiento cristiano católico y aun el de las víctimas inocentes como pueden ser los niños sin uso de razón, como el sacrificio de los Santos Inocentes y eso explica lo que el mundo no entiende por no tener la fe y la concepción católica de las cosas; cuando le reprocha a Dios el sufrimiento de personas inocentes, juzgan de acuerdo al mundo para reprocharle. De ahí la necesidad de que sepamos ofrecer los sufrimientos a imagen de nuestro Señor, por nuestros pecados y también por los de los demás. Los grandes Santos no sufrían solamente por sí, sino también por los demás, por la Iglesia.
Hoy, como nunca, hay que sufrir por la Iglesia, por todo lo que está aconteciendo dentro de ella, por la pérdida de fe, por la apostasía, por la corrupción de la religión, por la corrupción del orden social católico, por la destrucción de la familia y de las naciones católicas, por el mal ejemplo, los escándalos, el pecado institucionalizado. Siempre hubo pecados y maldad, pero nunca hubo el pecado como hoy, proclamado e institucionalizado con el descaro que se ve.
Antiguamente el pecador reconocía que lo era, que era miserable, que estaba conculcando la ley de Dios; hoy es todo lo contrario, esa ley de Dios ya no se proclama, ya no existe, lo que existe es la ley del hombre, la libertad del hombre, la dignidad del hombre, los derechos del hombre, la religión del hombre y por eso es una religión que no implica sacrificio, que no tiene la noción de la Santa Misa sino de una cena al estilo protestante, porque, en definitiva, es una religión del hombre, que utiliza el título de católica, se sirve de la reputación de la religión católica y se encubre bajo ese nombre, pero no es la religión católica, es la religión del hombre, no es la religión por Dios, por lo cual se la hace fácil, sin sacrificio, que “cada cual haga lo que quiera, es su conciencia la que determinará si está bien, si está mal”.
Y así se conculcan los derechos más sagrados de Dios y se destruye todo principio de orden, de felicidad y de bienestar, por eso el mal y la gran amenaza que hay sobre el mundo, el castigo de Dios que tarde o temprano vendrá, esa purificación que tendrán el mundo y la humanidad. De ahí que nosotros debemos purificarnos sufriendo con paciencia estos males que afectan a la Iglesia, que afectan a la religión y que hacen que la Iglesia sufra en carne propia la Pasión de nuestro Señor y que así, sufriendo el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia, salgamos acrisolados, purificados, como el metal que se purifica al contacto con el fuego.
Aprovechemos esta Cuaresma para que se intensifique el deseo de reparación, de purificación, de sacrificio, de inmolación; que dispongamos bien nuestras almas para poder regocijarnos después con la resurrección de nuestro Señor, esa resurrección que también es promesa para todos aquellos que somos sus fieles. De ahí la importancia de la fidelidad a la gracia divina, la fidelidad a nuestro Señor...

Nota del Editor, hace algunos años ha:
Posterior al doble rayo sobre la cúpula de la Basílica de San Pedro hoy sede del Anticristo,  perfectamente consumada del legado profético  de Daniel el santo profeta,  con  sus también consumados y  pomposos; Un tiempo, ( Paulo 6),  Dos tiempos de  JP p´s,  y  el  Medio tiempo más  de la  rata cantantante,  Acaecidos que fueran,  dando por parte del Cielo,  la señal de la finalización del periodo de los 7 reyes apocalípticos,  con el rayo sucedáneo sobre el corcovado,  lugar en el que tendría efecto   el festival de la carne encabezado por "El Pedro Romano" (Un simple Humano) de  San  Malaquías, (Similar a la forma en  la que los festines al  ente de la carne, por parte de antiteos y paganos, siempre precedieron a la Santa cuaresma)  y preanunciando la recta final, "ASÍ COMO EL RAYO CAE EN ORIENTE Y ES VISIBLE EN OCCIDENTE"  preparusiaco.  Da  Inicio  de manera  formal con este Miércoles de ceniza,  La cuaresma pre crucifixión de la Inmaculada esposa del Divino cordero,  con Los cuarenta días, (léanse meses) de tiempo de mortificación, para  la pusylus,  ( o los 1200 y tantos días del mismo Daniel Santo Profeta: (1290 desde la elección del falso Prometeo o Francisquito, que tienen "causalmente, su exacta cumplimentación, el 28 de Diciembre del 2016 ligeramente posterior al 2 de Octubre de ese año, en el que se cumplimentan  los 6000 años de la creación,  con la cumplimentación también  el siguiente 11 de febrero del 2017 Día de la festividad de Lourdes, los 1335 días también del Santo Profeta Daniel)),  cuaresma que justo culmina con el periodo del tiempo extra, posterior al medio tiempo Rat...zingereano,  Real profeta del  anticristo, que fue anunciado por el libro de la Revelación como  anterior pero posterior,  al  propio  JP2,  La bestia que fue,  que volvió a ser  y  que  ahora  sin  ser  sigue siendo, (como  emérito papa de la iglesia del AntiCristo), y que apegado al Mismo evangelio eterno,  será arrojado vivo  al  abismo, que también "Causalmente"  converge en el centenario de Fátima,  (indicio de que el "Dies Ire"  acontecerá en vida de la rata cantante,  bestia de la tierra, que hizo adorar con el falso milagro de la sangre incoagulada (criterio médico que significa vida)  de  JP 2, y con la presencia de su imagen parlante,  en aquél nefasto día, en donde se juntaron los águilas).

   Así pues, dispongámonos "In Nomine DOMINE"  para los cuarenta meses de Penitencia (expulsiones calumnias difamaciones y vejaciones)  de Ayuno (Sin pastores, sin sacramentos),  de  abstinencia, de meditación y de oración, SIN PERDER DE VISTA EL MAPA,  con los  indispensables prerequisitos,  menesteres imperiosos, para quienes pretendamos por inmerecida gracia, participar en las bodas del cordero, como Vírgenes (Sin haber fornicado, con  el mundo Cristiano moderno o modernizado,  y sus visibles posibles elecciones, (El Cristo No esta en el desierto,  Ni está en el fondo de la casa)),  pero vírgenes prudentes, ( con el aceite de la gracia),  Y  asegurados, de que sea con el exacto y perfecto vestido para las bodas, (LA VERDADERA CARIDAD),   de lo contrario, aun estando en el convite podemos ser expulsados a las tinieblas eternas,  Y  con La marca de Cristiano En la Frente, símbolo y figura de la cruz de cenizas con la que acompañamos al inicio de la cuaresma que comienza hoy con todas sus implicaciones.    Teniendo presente mas que  Nunca,  que  el rezo de los quince misterios del Santo Rosario,  "SON EL ÚLTIMO RECURSO, QUE EL CIELO DIO AL HOMBRE",  Que  en la  Crucifixión del Divino Cordero, Única y exclusivamente estuvieron presentes, San Juan (Apocalipsis),  Y la  Santísima  Virgen María, (EN PORTUGAL ("El portus calus",  el puerto hermoso,  en la devoción a la Santísima virgen María)  SE CONSERVARA  LO QUE SE DEBE CREER DE LA  VERDADERA FE".

SEA PARA GLORIA DE DIOS
Alberto González.



domingo, 11 de febrero de 2018

DOMINGO DE QUINCUAGÉSIMA



Amados hermanos en Nuestro Señor Jesucristo:

Este domingo de Quincuagésima es el preludio de Cuaresma. Con los domingos de Septuagésima, Sexagésima y Quincuagésima, la Iglesia nos prepara para la Cuaresma que comienza con el Miércoles de Ceniza y que nos conduce, nos lleva al misterio de los misterios, la Pascua de Resurrección. Y para prepararnos bien a la Resurrección, ese misterio fundamental de nuestra fe, la Iglesia nos invita a la oración, al sacrificio y a que vivamos también la Pasión de Nuestro Señor y su crucifixión antes de resucitar. Este el significado y simbolismo de la Cuaresma que con el preludio de estos tres domingos nos vayamos adentrando en ese espíritu de sacrificio de la Pasión de Nuestro Señor que debemos tener presente a todo lo largo de nuestra vida.

La religión católica es inconcebible sin sacrificio, sin Pasión de Nuestro Señor. Lamentablemente el mundo pagano festeja para estas fechas todo lo opuesto, el carnaval que es un festival pagano de la carne, es una fiesta antiquísima que ha sido imposible erradicar, ni siquiera con todos los siglos de cristianismo, por lo que en muchos lugares se hace durante estos días reparación ante el Santísimo, por los desmanes que se cometen en estos días cuando debiera ser lo contrario, una preparación para la Cuaresma. Eso nos demuestra cuan opuesto es el espíritu católico al espíritu del mundo, son antagónicos y esos dos espíritus están en nosotros, el espíritu del mundo y de la carne simbolizados por el viejo hombre, y el espíritu católico simbolizado por el nuevo hombre.

Ese es el combate permanente que sostendremos durante toda nuestra vida, de ahí que debamos estar alerta para que no venza en nosotros el espíritu de la carne, espíritu del viejo hombre. Ese es el ejemplo que nos han dado los Santos, la lucha y la victoria sobre la carne, y ese es el espíritu que se intensifica en la Cuaresma. No es que la religión pida que seamos masoquistas; simplemente la religión católica es una religión con espíritu de sacrificio, el sacrificio de Nuestro Señor, su inmolación al Padre Eterno por nuestros pecados, la víctima inocente. Ese es el significado del sufrimiento cristiano católico y aun el de las víctimas inocentes como pueden ser los niños sin uso de razón, como el sacrificio de los Santos Inocentes y eso explica lo que el mundo no entiende por no tener la fe y la concepción católica de las cosas; cuando le reprocha a Dios el sufrimiento de personas inocentes, juzgan de acuerdo al mundo para reprocharle. De ahí la necesidad de que sepamos ofrecer los sufrimientos a imagen de Nuestro Señor, por nuestros pecados y también por los de los demás. Los grandes Santos no sufrían solamente por sí, sino también por los demás, por la Iglesia.

Hoy, como nunca, hay que sufrir por la Iglesia, por todo lo que está aconteciendo dentro de la Iglesia, por la pérdida de fe, por la apostasía, por la corrupción de la religión, por la corrupción del orden social católico, por la destrucción de la familia y de las naciones católicas, por el mal ejemplo, los escándalos, el pecado institucionalizado. Siempre hubo pecados y maldad, pero nunca hubo el pecado como hoy, proclamado e institucionalizado con el descaro que se ve.

Antiguamente el pecador reconocía que era pecador, que era miserable, que estaba conculcando la ley de Dios; hoy es todo lo contrario, esa ley de Dios ya no se proclama, ya no existe, lo que existe es la ley del hombre, la libertad del hombre, la dignidad del hombre, los derechos del hombre, la religión del hombre y por eso es una religión que no implica sacrificio, que no tiene la noción de la Santa Misa sino de una cena al estilo protestante, porque, en definitiva, es una religión del hombre, que utiliza el título de católica, se sirve de la reputación de la religión católica y se encubre bajo ese nombre, pero no es la religión católica, es la religión del hombre, no es la religión por Dios, por lo cual se la hace fácil, sin sacrificio, que "cada cual haga lo que quiera, es su conciencia la que determinará si está bien, si está mal".

Y así se conculcan los derechos más sagrados de Dios y se destruye todo principio de orden, de felicidad y de bienestar, por eso el mal y la gran amenaza que hay sobre el mundo, el castigo de Dios que tarde o temprano vendrá, esa purificación que tendrán el mundo y la humanidad. De ahí que nosotros debemos purificarnos sufriendo con paciencia estos males que afectan a la Iglesia, que afectan a la religión y que hacen que la Iglesia sufra en carne propia la Pasión de Nuestro Señor y que así, sufriendo el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia, salgamos acrisolados, purificados, como el metal que se purifica al contacto con el fuego.

Aprovechemos esta Cuaresma para que se intensifique el deseo de reparación, de purificación, de sacrificio, de inmolación; que dispongamos bien nuestras almas para poder regocijarnos después con la resurrección de Nuestro Señor, esa resurrección que también es promesa para todos aquellos que somos sus fieles. De ahí la importancia de la fidelidad a la gracia divina, la fidelidad a Nuestro Señor. Pidamos a Nuestra Señora, la Santísima Virgen María, para que Ella nos ayude a permanecer siempre fieles a Cristo Nuestro Señor.

BASILIO MERAMO PBRO.
 25 de febrero de 2001

domingo, 4 de febrero de 2018

DOMINGO DE SEXAGÉSIMA


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:
Nos encontramos en el domingo de Sexagésima, con el cual nos vamos acercando a la Cuaresma. La Iglesia nos prepara a disponer bien nuestro espíritu y nuestro cuerpo en la oración, el sacrificio, la abnegación, la limosna. Prepararnos santamente durante la Cuaresma para después festejar la gran fiesta de la Pascua; este es un tiempo de introducción a la Cuaresma y ésta en sí misma es una preparación para la Resurrección de nuestro Señor. No olvidemos que así como Él resucitó, también resucitaremos nosotros, de ahí que nuestra estancia en este mundo, en esta tierra, no deja de ser una Cuaresma, una preparación para el cielo.

En este domingo consideramos la parábola del sembrador, parábola que nuestro Señor mismo les explica a sus apóstoles; esa semilla que es la palabra de Dios, la palabra que salva, que debe caer en terreno fértil para que produzca fruto, este es su mensaje. Es muy extraño que un sembrador riegue la semilla a diestra y siniestra, absurdo por naturaleza, pero justamente nuestro Señor quiere mostrar que la palabra de Dios Él la esparce por todas partes, a derecha e izquierda, a lo largo del camino, a través de toda esta vida, el problema es que no cae siempre en terreno adecuado, y que nosotros estamos allí estereotipados en alguno de esos sectores en los que cae la semilla y que divide la parábola.

Una semilla cae a la vera del camino, donde están los que oyen la palabra pero que después se las arrebata el demonio para que, no se salven. No hace falta solamente oír, hay que oír con atención, hay que escuchar, prestar atención a esa palabra de Dios y no tomarla distraídamente, Alegremente , porque así no da fruto; por eso la arrebata el demonio; eso pasa en muchas personas que oyen la palabra pero se las arrebata el demonio y yo no sé si en ese sector están incluidos todos aquellos que como en Colombia, siendo católicos, naciendo católicos, hoy forman una legión, una manada –son como animales en manada– de protestantes, de todos los matices. Oyeron la palabra de Dios, pero el demonio se las robó; se dedican a predicar un evangelio que no es el de la Iglesia, que no es el de Dios.

Después, vemos que la semilla cae entre piedras; nuestro Señor explica que no echa raíces, es decir, que la palabra de Dios no se arraiga, no se enraíza, no tiene raíces, no tiene profundidad, cae superficialmente y así tampoco produce fruto, porque la palabra de Dios tiene que caer en lo hondo, en lo profundo de nuestra alma, penetrarla, vivificarla, que la fe arraigue, que no quede a flor de piel, que no quede sin raíces hondas y profundas; la estabilidad de un árbol depende de lo hondo de sus raíces, con lo cual nuestro Señor muestra cómo esa semilla también deja sin frutos a quienes la escuchan, porque no echa raíces.

Otra parte de la semilla cae entre espinas; nuestro Señor nos dice que queda sofocada por los placeres, los deleites de esta vida y los halagos del mundo.

Una cuarta parte cae en terreno fértil y da fruto. Por otra parábola sabemos lo que nuestro Señor dice de ese fruto, que unos dan treinta, otros sesenta y otros dan el cien por cien, incluso el fruto no es parejo aun cayendo en terreno fértil, eso nos muestra el misterio. Como Dios predica para todos los hombres, para eso instituyó su Iglesia, para que enseñe la palabra de Dios y, oyéndola, el hombre se salve. Sin embargo, la semilla no cae en terreno fértil y ese terreno es el de nuestras almas, porque oímos sin prestar atención no echa raíces; los halagos y apetencias de este mundo sofocan esa semilla, por falta de virtud, por falta de abnegación; por eso entre las condiciones esenciales y para que la semilla, la palabra de Dios, produzca fruto, se requiere que se oiga, que se preste atención, que se escuche, que arraigue en nuestra alma, que ahonde, la penetre, la vivifique y después, tener cuidado y solicitud para que los vicios de este mundo no nos hagan sucumbir. Debemos entonces, estar alertas, diligentes, vigilantes, para que así dé fruto y salvemos nuestras almas.

No debe extrañarnos que en esta parábola nuestro Señor haya dicho, después de haberles advertido, que oigan, que escuchen, que entiendan, que hablaba en parábolas para que no entendieran; a simple vista sería una gran contradicción y la única explicación es el sentido irónico en el cual nuestro Señor se sitúa, al decir que hablaba en parábolas para que no entendieran, es como el ejemplo de una madre que manda al hijo a llevar un vaso o un plato a la cocina y en lugar de decirle que tenga cuidado para que no se le rompa le dice “que se te rompa”. La ironía se usa como estilo indirecto, pero a veces es mucho más preciso para decir verdades, mucho más breve; es un llamado de atención que sitúa en el plano de la reflexión para que pongamos cuidado y prestemos atención.

Nuestro Señor habla en parábolas, ejemplificando con imágenes sensibles de orden cotidiano que nos ayuden a comprender una realidad sobrenatural desconocida; por eso no hay ninguna contradicción y queda esclarecida esa aparente oposición que pudiéramos encontrar en la interpretación del evangelio de hoy. De ahí la necesidad de explicar el evangelio, de la exhortación por parte de los ministros de la Iglesia siguiendo a los Padres de la Iglesia, siguiendo el juicio y el veredicto de la Iglesia y no inventándose por su cuenta explicaciones que no tienen un respaldo en la Iglesia y en sus Santos, aunque a veces entre ellos haya discrepancia, pero no como interpretan los protestantes, cada uno a su gusto desconociendo olímpicamente la autoridad de la Iglesia, de allí su pecado y su error.

Pidamos a nuestra Señora, la Santísima Virgen María, que nuestra alma sea tierra fértil abonada con muy buenas disposiciones para que la semilla, la palabra de Dios, fructifique en nuestras almas y así podamos salvarnos y con el buen ejemplo ayudar a salvar a los demás. +

BASILIO MERAMO PBRO.
18 de febrero de 2001